Ya hemos
tenido suficiente tiempo de reflexionar durante tantos días de cuarentena, el
claustro voluntario nos ha llevado a pensar sobre lo humano y lo divino, sobre
lo efímera y frágil de la vida, lo necesario, importante y urgente, sin
embargo, es imposible evitar en estas fechas tan especiales de navidad, pensar
con mayor profundidad en dichos aspectos de nuestras vidas. De jóvenes queremos
comernos el mundo, ansiamos que todo pase rápido, que todo llegue y alcanzar
nuestras metas y al llegar a la madurez, viendo hacia atrás, comenzamos a
evaluar las cosas que hicimos bien o mal, quizás no tanto en el blanco y negro
de lo bueno y lo malo, más en aquellas cosas que pudimos hacer diferente.
Recientemente
me conseguí en una de las redes sociales donde hago vida, específicamente
twitter, una serie de post de una dirigente política que no voy a mencionar
para no exponerla, ella relataba el caso de la partida física de su padre,
expresaba con mucho dolor los años que estuvieron separados sin tratarse por
cuestiones de ideología (él de izquierda y ella de derecha), decía que en ese
momento daría lo que fuera por recuperar el tiempo con su padre, darle un beso
y un abrazo, incluso expresó su gran arrepentimiento por la aptitud que asumió
ante la situación. La historia de ella, aunque suene aislada o descabellada,
parece que se repite en muchas personas, no hablemos sólo de diferencias
políticas, también existen endurecimiento de posiciones por otros motivos,
sociales, personales y religiosos.
¿Cuántas
personas dejan de hablar o tratar con uno de sus familiares por diferentes
razones?, muchas… en este punto quien les escribe, también ha caído en ese
pecado de la vida, ¿saben?, la juventud es una mala consejera, a esa edad
pensamos que tenemos toda la vida por delante y que los años son una medida del
tiempo casi infinita, no nos llegamos a imaginar viejos, mucho menos nos pasa
por la mente que todos somos pasajeros y en algún momento, más tarde o más
temprano partiremos a un plano distinto, dejando atrás la vida que conocemos.
Con la llegada de los llamados años dorados y los cabellos blancos tiñendo
nuestro cielo, nos llegan los recuerdos del pasado, claro, en este punto quien
me lee puede decir “el hombre y sus circunstancias”, cada situación obedeció a
un lugar, ciertas personas, un espacio de tiempo y circunstancias, podríamos
justificar muchas de las decisiones que tomamos, pero, ¿se puede justificar la
terquedad?: de ninguna manera.
Yo leí
aquellas publicaciones en twitter y recordé muchas situaciones vividas, como el
hecho de que perdí a mi madre siendo joven, cuanto daría por regresar a
besarla, abrazarla y decirle lo mucho que la quiero, cuantos días perdí sin
saberlo, lejos de ella, viajando, trabajando, cuanto tiempo en alguna discusión
absurda en las que ella siempre tuvo la razón y luego viene el caso de mi
padre, quien migró de retorno a España, lo vi por última vez en una video
llamada, años separados por cuestiones absurdas, cuanto daría por darle un
abrazo y un beso.
Son
historias que se repiten entre hermanos, primos, sobrinos, amigos y diferentes
grados de relación entre nosotros, algunas insalvables, otras que si analizamos
son producto de absurdas posiciones personales y la vida es corta, los años
pasan rápido, a una velocidad mayor de la que percibimos, corriendo el riesgo
de perdernos lo mejor de ella: el amor, afecto, solidaridad y la felicidad.
Nunca es
demasiado tarde, te invito a cerrar ciclos, libérate de “karmas” o cargas
negativas en el subconsciente que evitan tu felicidad plena, no esperes que
llegue el día en que no puedas darle un abrazo a tu ser querido, decirle lo
mucho que lo estimas y que a pesar de alguna diferencia de opiniones, prevalece
el afecto que los une, esa es nuestra esencia como seres humanos y
espirituales, finalmente al dejar este mundo, muchas cosas carecerán de sentido
y lo único que en verdad nos pertenece es lo vivido.
En estas navidades
tan especiales en medio de una terrible pandemia y la crisis económica que
afecta a millones de personas en el mundo, genera tu propia luz de felicidad,
no cuesta nada hacer una llamada, enviar un mensaje, deja ese cochino orgullo a
un lado y dile que el amor, el afecto y la unión, prevalecen sobre todas las
cosas, te sentirás diferente y el día adquirirá otros colores ante tus ojos.
Feliz
navidad para todos ustedes, aprecio mucho que me lean, que visiten mi blog y
que de alguna forma por este medio podamos compartir pensamientos, que la luz
de la esperanza los ilumine y veamos llegar el 2021 con una óptica distinta,
con paz interior y listos para generar cambios positivos en nuestras vidas.
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