domingo, 20 de diciembre de 2020

Navidad: días de reflexiones.


  Ya hemos tenido suficiente tiempo de reflexionar durante tantos días de cuarentena, el claustro voluntario nos ha llevado a pensar sobre lo humano y lo divino, sobre lo efímera y frágil de la vida, lo necesario, importante y urgente, sin embargo, es imposible evitar en estas fechas tan especiales de navidad, pensar con mayor profundidad en dichos aspectos de nuestras vidas. De jóvenes queremos comernos el mundo, ansiamos que todo pase rápido, que todo llegue y alcanzar nuestras metas y al llegar a la madurez, viendo hacia atrás, comenzamos a evaluar las cosas que hicimos bien o mal, quizás no tanto en el blanco y negro de lo bueno y lo malo, más en aquellas cosas que pudimos hacer diferente.

  Recientemente me conseguí en una de las redes sociales donde hago vida, específicamente twitter, una serie de post de una dirigente política que no voy a mencionar para no exponerla, ella relataba el caso de la partida física de su padre, expresaba con mucho dolor los años que estuvieron separados sin tratarse por cuestiones de ideología (él de izquierda y ella de derecha), decía que en ese momento daría lo que fuera por recuperar el tiempo con su padre, darle un beso y un abrazo, incluso expresó su gran arrepentimiento por la aptitud que asumió ante la situación. La historia de ella, aunque suene aislada o descabellada, parece que se repite en muchas personas, no hablemos sólo de diferencias políticas, también existen endurecimiento de posiciones por otros motivos, sociales, personales y religiosos.

  ¿Cuántas personas dejan de hablar o tratar con uno de sus familiares por diferentes razones?, muchas… en este punto quien les escribe, también ha caído en ese pecado de la vida, ¿saben?, la juventud es una mala consejera, a esa edad pensamos que tenemos toda la vida por delante y que los años son una medida del tiempo casi infinita, no nos llegamos a imaginar viejos, mucho menos nos pasa por la mente que todos somos pasajeros y en algún momento, más tarde o más temprano partiremos a un plano distinto, dejando atrás la vida que conocemos. Con la llegada de los llamados años dorados y los cabellos blancos tiñendo nuestro cielo, nos llegan los recuerdos del pasado, claro, en este punto quien me lee puede decir “el hombre y sus circunstancias”, cada situación obedeció a un lugar, ciertas personas, un espacio de tiempo y circunstancias, podríamos justificar muchas de las decisiones que tomamos, pero, ¿se puede justificar la terquedad?: de ninguna manera.

  Yo leí aquellas publicaciones en twitter y recordé muchas situaciones vividas, como el hecho de que perdí a mi madre siendo joven, cuanto daría por regresar a besarla, abrazarla y decirle lo mucho que la quiero, cuantos días perdí sin saberlo, lejos de ella, viajando, trabajando, cuanto tiempo en alguna discusión absurda en las que ella siempre tuvo la razón y luego viene el caso de mi padre, quien migró de retorno a España, lo vi por última vez en una video llamada, años separados por cuestiones absurdas, cuanto daría por darle un abrazo y un beso.

  Son historias que se repiten entre hermanos, primos, sobrinos, amigos y diferentes grados de relación entre nosotros, algunas insalvables, otras que si analizamos son producto de absurdas posiciones personales y la vida es corta, los años pasan rápido, a una velocidad mayor de la que percibimos, corriendo el riesgo de perdernos lo mejor de ella: el amor, afecto, solidaridad y la felicidad.

  Nunca es demasiado tarde, te invito a cerrar ciclos, libérate de “karmas” o cargas negativas en el subconsciente que evitan tu felicidad plena, no esperes que llegue el día en que no puedas darle un abrazo a tu ser querido, decirle lo mucho que lo estimas y que a pesar de alguna diferencia de opiniones, prevalece el afecto que los une, esa es nuestra esencia como seres humanos y espirituales, finalmente al dejar este mundo, muchas cosas carecerán de sentido y lo único que en verdad nos pertenece es lo vivido.

  En estas navidades tan especiales en medio de una terrible pandemia y la crisis económica que afecta a millones de personas en el mundo, genera tu propia luz de felicidad, no cuesta nada hacer una llamada, enviar un mensaje, deja ese cochino orgullo a un lado y dile que el amor, el afecto y la unión, prevalecen sobre todas las cosas, te sentirás diferente y el día adquirirá otros colores ante tus ojos.

  Feliz navidad para todos ustedes, aprecio mucho que me lean, que visiten mi blog y que de alguna forma por este medio podamos compartir pensamientos, que la luz de la esperanza los ilumine y veamos llegar el 2021 con una óptica distinta, con paz interior y listos para generar cambios positivos en nuestras vidas.

 


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2 comentarios:

  1. tienes toda la razón,hay que dejar atrás de corazon todo el odio y el resentimiento y unir a la familia que es lo más grande que tiene el ser humano,un gran abrazo

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