domingo, 4 de junio de 2023

Ruperto El Bombero.

Estación de combustible

 

    Me despertó el sonido impertinente de la alarma que programé en mi teléfono móvil, sus pitos insistentes y cada vez más intensos hicieron que me sobresaltara y la tranquilidad de mi lecho se convirtiera en espejismo, son las 3 a.m. y en Venezuela surtir gasolina es toda una proeza. Si te acercas a cualquier estación de combustible durante el día, las colas pueden ser kilométricas, con mucha suerte debes resignarte a pasar tres o cuatro horas con casi cien carros haciendo fila delante de ti. En mi caso desde hace días decidí surtir combustible de madrugada, horario en que comúnmente duermen los ciudadanos comunes y solo los superhombres se atreven a tal empresa.

 

    Luego de dos tazas bien cargadas de café negro y un cigarrillo, salí de mi hogar con destino incierto, con la esperanza de conseguir una bomba abierta y pocos vehículos esperando surtir. Casi siempre voy a la misma, en primer lugar por quedarme cerca de la casa y en segundo lugar por la amable atención que brinda Ruperto, el señor que labora en el turno de la madrugada como bombero, título que se le da en mi país a quienes trabajan atendiendo las estaciones de combustible, en otros se conoce como despachador, técnico, gasolinero o surtidor.

 

La madrugada es fría y solitaria, mi vehículo surca las calles cual lobo estepario, sin testigos de mi tránsito más allá de los gatos, perros y alimañas nocturnas. A lo lejos logro distinguir la estación de combustible, “la bomba”, como también se le conoce, observo una pequeña luz encendida a diferencia de la usual iluminación en días anteriores, conforme me acerco puedo detallar que no hay vehículos haciendo fila ni tampoco se encuentra en el sitio la patrulla de la policía que normalmente le brinda seguridad en dicho horario, ya casi resuelto por abandonar mi idea de continuar acercándome, logro ver la figura de un hombre sentado en la isla de los surtidores con su usual camisa y gorra roja, “debe ser Ruperto”, me dije mentalmente, al tiempo de que me invadía la alegría de no haber perdido mi tiempo madrugando.

 

    Ingresé con mi vehículo en la estación, aún desconcertado por su falta de iluminación y me detuve en la isla frente a los surtidores donde se encontraba sentado Ruperto.

 

-Buenas noches Ruperto, siempre trabajando como de costumbre –le dije a manera de saludo y cortesía.

-¡Manuel, caramba!, me asustaste, estoy tan distraído que ni me di cuenta de que llegaste con tu carro –me dijo sin levantarse ni extenderme su mano a manera de saludo como acostumbraba hacerlo.

-¿Qué te ocurre?, te veo pensativo, hasta podría decir que triste –le dije al percatarme que no se levantaba de su cómodo asiento en el concreto de la isla.

-Es que me agarraste pensativo, ¿sabes?, a veces el hombre necesita un espacio propio para sus reflexiones, ¿tú lo haces?

-Pues sí, diría que muy a menudo mientras fumo un cigarrillo en el jardín de mi casa o antes de entregarme en los brazos de Morfeo por las noches –le respondí.

-Hazme un favor Manuel, sírvete la gasolina que necesites, no tengo animo de levantarme, no sé qué me pasa, lo cierto es que hoy nos habían dado el día libre y mira donde estoy, trabajando como un esclavo.

-Tranquilo, no faltaba más, voy a echarle treinta litros a mi vehículo, con eso creo que se llena.

 

    Y sin perder el tiempo, cosa que no se debe hacer a esas horas de la madrugada y mucho menos en la soledad de una ciudad que duerme, coloqué el pico a la entrada del tanque de gasolina y apreté con fuerza la pistola, al tiempo que observaba a Ruperto cual pensador de Rodin, sumergido quizás en un mundo filosófico y cargado de profundas reflexiones.

 

-Estoy listo Ruperto, déjame sacar el dinero de la cartera, dame vuelto para veinte dólares por favor -le indiqué al tiempo de comenzar a revisar mis pertenencias.

-No te preocupes, observa que estamos solos, tomate tu tiempo mi estimado amigo.

-¡Rayos, que pena me da! –exclame desconcertado.

-¿Qué te ocurre? –me preguntó Ruperto desde su lugar de reflexión.

-Se me ha quedado la cartera en la casa, es que salí casi dormido a pesar de las tazas de café que me tomé –le respondí sin ocultar mi asombro por lo ocurrido.

-Tranquilo Manuel, esas cosas pasan, finalmente somos humanos y no somos perfectos, somos perfectibles, que no es lo mismo ni se escribe igual, ¿sabes eso?

-Pues más o menos, explícame tu teoría.

-Perfectible significa que es sensible de ser mejorado, no somos perfectos, pero podemos mejorar, al menos mientras estemos vivos, luego de eso ya no hay chance de nada, solo de entregar cuentas, asunto que sospecho estoy por hacer en cualquier momento –me dijo Ruperto.

-¡Por favor Ruperto, no seas majadero! –Exclamé-, tampoco eres tan viejo.

-Son más de setenta vueltas al sol, así que no me hago ilusiones.

-Déjate de cosas raras, mira, voy hasta mi casa y regreso con el dinero –le dije nervioso y apenado por lo ocurrido.

-Deja eso para mañana, pasa por aquí a eso de las 10 a.m., preguntas por el administrador de la bomba y le dices que eres Manuel, yo le dejo un papel con tu caso anotado.

-¡Caramba Ruperto, siempre me sorprendes con tu gran amabilidad, mañana sin falta vengo con el dinero.

 

    Al regresar a mi hogar caí rendido nuevamente en mi lecho, dormí profundo y relajado, al punto de despertarme con los rayos del sol entrando por la ventana y sorprendiéndome el nuevo día. Durante el desayuno le comenté a mi mujer lo amable que fue Ruperto al permitirme regresar durante el transcurso de la mañana y no hacerme devolver por el dinero a esa hora de la madrugada.

 

    Aproximándose la hora indicada por Ruperto, me acerqué hasta la estación de combustible, sorprendiéndome nuevamente la falta de vehículos haciendo fila para surtir y la soledad de las islas en donde se encuentran los surtidores, sin embargo y confiando en las palabras de mi amigo el bombero, detuve mi vehículo nuevamente dentro de la estación y me acerqué hasta la oficina del administrador, quien sí se encontraba en su puesto de trabajo.

 

-Buenos días –irrumpí saludando al ingresar en la oficina.

-Buenos días, ¿en qué puedo servirle? –me preguntó el administrador, de quien desconozco el nombre por no haber tenido nunca trato con su persona.

-El señor Ruperto me dijo que viniera en este horario a cancelar un combustible.

-Estamos cerrados, hoy no vamos a surtir a ningún vehículo –se adelantó a responderme.

-Creo que no me entiende, soy Manuel, Ruperto debió dejar una nota para usted sobre mi caso, yo surtí esta madrugada y le quedé debiendo el dinero.

-Eso es imposible señor –me interrumpió.

-Claro que sí, pregúntele a Ruperto, llámelo por teléfono –le insistí.

-Tampoco puedo llamarlo, ¿es que usted no sabe?, Ruperto falleció ayer en horas de la tarde, por tal motivo no abrimos ni prestamos servicio durante la noche y como ve, le di el día libre a todo el personal para que puedan asistir a su velorio.

-¡Santo Dios! –exclamé al tiempo que me sentaba y sentía vapores y mareos recorriendo mi nublada mente.

-¿Se siente bien?, ¿Cómo me dijo que se llamaba usted, Manuel?

-Sí, soy Manuel.

-Ahora que recuerdo conseguí un papel en mi escritorio, una nota aparentemente escrita por Ruperto, es su letra –me dijo el administrador.

-¿Y qué dice? –le pregunte con temor y curiosidad.

-Que la gasolina suya la cobre de su sueldo, como regalo a un buen amigo.

 

    Muchas fueron las personas que acudieron al funeral de Ruperto, vivía solo con un perro y un gato que adoptaron sus vecinos al enterarse de su deceso, en la funeraria se dieron cita algunos familiares de los escasos que tenía, vecinos, amigos y decenas de clientes que siempre atendía con una sonrisa en su cara y dando grandes lecciones de humanismo.

 

    Ahora les confieso que Ruperto no existe, ni fui atendido por un fantasma, hoy en la madrugada y durante las dos horas de espera haciendo fila para surtir combustible se me ocurrió esta historia, cuéntame, ¿se te ocurren estas cosas mientras tienes una larga espera?

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domingo, 30 de abril de 2023

En Venezuela el bloqueo existe y nos afecta a todos.


Por estos días en Venezuela, mi país de nacimiento y residencia actual, hay un debate intenso sobre el impacto de las sanciones internacionales sobre la población, en este punto hay dos vertientes, los que defienden el punto de vista de que solo afectan al gobierno y una mayoría que defiende el punto de vista en que las sanciones nos afectan a todos.

 

Dentro de mi “constructo” o conocimiento adquirido, les debo decir que desde mi punto de vista las sanciones solo afectan al pueblo, al venezolano común, el trabajador, siendo este gran sector del país quien en verdad paga por tal penitencia. Los gobernantes siguen viviendo en su mismo nivel social, los grandes empresarios afectos y no afectos al gobierno también.

 

¿Por qué solo se ve afectado el sector más vulnerable del país?

 

Es simple decirlo, para esto debemos recordar que todo comenzó por allá en el año 2007 cuando se comenzó a aplicar multas y sanciones a los barcos que tocaban puertos venezolanos, esto salió mediante comunicado oficial del servicio de guardacostas de USA. Las multas originaron que no podían tocar puertos en USA barcos que en los anteriores tres meses hubiesen visitado Venezuela, además de pagar una considerable multa, originando que ningún armador, dueño de barcos, aseguradora o empresa de fletes se arriesgara a prestar su servicio de carga, esto en un país donde casi todo se importa es una calamidad. Luego las sanciones se fueron endureciendo hasta el punto de quitarles la licencia a los capitanes de barcos.

 

Las sanciones llevaron tanto al gobierno como a los empresarios particulares a buscar las formas de continuar supliendo el país con las mercancías que no producimos, incluyendo varios derivados de hidrocarburos, de allí la gran escasez que vivimos y las terribles colas para surtir gasolina. La solución ha sido la triangulación, sacar la carga de su país de origen, llevarla a otros, incluso en algunos casos nacionalizarla o hacer aduana y posteriormente traerla, con un incremento del doble o triple de su costo original. Pocos son los buques que se aventuran a venir, generalmente son de países también sancionados o aquellos que por su obsolescencia, estado y carencia en el cumplimiento de las normativas internacionales, no consiguen fletes en otros países.

 

¿Quién paga el costo de las sanciones?

 

Por lo mismo que vengo explicando, es el pueblo, el ciudadano común, que termina adquiriendo productos de segunda, o tercera categoría a costos mucho más elevados. Lo sufre la persona que debe hacer tres o cuatro horas de cola para surtir gasolina en su vehículo, el que no consigue las medicinas o solo puede consumir medicamentos “made in india”, lo sufre un parque automotor envejecido donde a diario vemos carros incendiándose en las calles por su paupérrimo estado de mantenimiento y algo que llaman gasolina pero que no deja de ser nafta. Vivimos en un país donde vender un barril de petróleo producido en nuestro suelo es como tratar de vender un producto ilegal, lo quieren comprar a precios de regalo y de paso hay que transportarlo a su destino con la ansiedad del que hace las cosas a escondidas.

 

La visión corta y escaso razonamiento de algunas personas los lleva a decir que si hay ferraris, restaurantes de lujo, tiendas de marca y dólares en las calles no estamos bloqueados. Nada más corto de análisis y equivocado, no se puede generalizar a los veinte millones que quedan por unos doscientos o cuatrocientos que cuentan con poder adquisitivo para traerse una camioneta de los Emiratos Arabes. Seamos sensatos y antes de emitir opiniones o escribir artículos para medios de prensa o redes sociales, primero investiguemos.

 

En mi caso alguien me pregunto en Twitter, ¿a ti en que te afecta?, pues mucho, desde todo lo anterior aquí expuesto, hasta ver que algunos portales de literatura no aceptan pagarme mis regalías por ventas de libros por vivir en Venezuela, ni siquiera me dan la opción de colocar mi país como lugar de residencia si deseo tener un perfil activo con ellos, tal como lo hace Google Books y por tal motivo tome la decisión de sacar mis libros de su tienda Google Play. Un escritor mexicano puede cobrar en su moneda local, también colombiano, peruano, argentino o de otras nacionalidades, pero los venezolanos no podemos. Las sanciones nos afectan A TODOS.

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martes, 25 de abril de 2023

Pronto nos vemos con un nuevo artículo.


¡Hola¡, pasaba por acá saludando, esta semana y tal como los tengo acostumbrados, no he publicado un nuevo artículo, entre escribir mi próxima novela y la rutina del día a día, el tiempo se nos va de las manos, el es nuestro antagonista eterno a lo largo de este camino, el señor tiempo, más que un caballero, es un dictador inmisericorde, jamás se detiene y no deja de avanzar así declaremos nuestro cansancio.

 

Tengo dos libros en la mesa de noche, uno es “La sombra del viento” y el otro “Violeta”, a cada uno le paso dos o tres páginas antes de rendirme en los brazos de Morfeo, ¿qué libro están leyendo ustedes?, para mí la lectura es un hábito, lo comencé desde muy niño cuando mi madre me dejaba varios cuentos infantiles en la cama todas las noches y descubrió que eso era mi delirio. No me gusta terminar de leer un libro, trato de llevar lenta la agonía, sobre todo cuando me gustan mucho sus historias, llegando incluso a pasarme que después de terminarlo, regreso a el en una segunda lectura.

 

Para el fin de semana espero tenerles un nuevo artículo, espero que esta sea una semana muy productiva para todos, no dejen de leer, leer nos hace libres.

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sábado, 22 de abril de 2023

Rafael Cadenas: premio literario Cervantes 2022.

Rafael Cadenas

Próximos como estamos a la entrega del premio Cervantes a las letras, en este artículo de mi blog hablaré del poeta venezolano Rafael Cadenas, quien ha sido seleccionado para recibir este año de manos del Rey Felipe VI en ceremonia que se llevará a cabo en España.

 

¿Quién es Rafael Cadenas?

 

Rafael Cadenas (Barquisimeto, Lara, 8 de abril de 1930) es un poeta, ensayista y profesor universitario venezolano. Formó parte del grupo «Tabla Redonda» de Latinoamérica a comienzos de la década de los sesenta. En 1985 recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela y en 2009 el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, en Guadalajara, México, entre muchos otros, Cadenas también fue galardonado en 2018 con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana,1​ y en 2022 con el Premio Cervantes, siendo el primer venezolano en recibir el reconocimiento. Cadenas se lanzó a la creación poética a temprana edad, sus obras han sido aplaudidas por la crítica y valoradas como claves si se desea un análisis profundo de la realidad a través de la lírica; suele vincularse su estilo con el pensamiento filosófico y se lo compara con autores como Hölderlin, Rilke y Gorostiza. Al acercarse a su voz, el lector puede encontrarse con un universo mágico, lleno de matices y capaz de transportarle a otro espacio, para reflexionar sobre las cosas más relevantes de la vida.

 

Su poema «Derrota» fue fundamental en la poesía venezolana de los años 60. Entre sus obras más destacadas se encuentran Amante (1983), Realidad y literatura (1979) y El taller de al lado (2005), en donde se encuentran también «Inquisidores», «Dificultad» y «Nuevo mundo».

 

Han sido publicadas traducciones de sus poemas en inglés, francés, alemán y finlandés. (Extracto tomado de Wikipedia)

 

Importancia de ser galardonado con el premio Cervantes

 

El premio, es el más importante al que puede aspirar cualquier autor de lengua hispana, se considera una versión hispánica del premio Nobel de Literatura, se entrega a quien se considera ha realizado el mayor aporte a las letras en nuestra lengua. El país con mayores galardonados es España, con veinticuatro premiados, le siguen México con seis, Argentina con cuatro, Chile, Cuba y Uruguay con tres. Gracias a Rafael Cadenas Venezuela entra en el conteo con su primer galardonado, reconocimiento que recibe a sus noventa y tres años y como él mismo lo acaba de decir en una de las entrevistas que le han realizado previas a la entrega, “podía llegar en un momento que tuviera mayores energías”, por aquello de recibirlo a su avanzada edad, aunque pleno de facultades, lucidez y salud.

 

Es curioso que en Venezuela, un país totalmente polarizado políticamente no se observe por los medios de comunicación nada sobre la entrega de su premio, llegando incluso a transmitirse en uno de los canales de televisión un encuentro de poetas latinoamericanos en donde no se llegó a mencionar. Tristemente hay quienes ven y viven la vida a través de un cristal de algún color determinado, especie de filtro que no les permite ver cualquier realidad ajena a los tonos esperados. La poesía, la narrativa y las letras en todas sus expresiones, al ser expresiones del espíritu humano, deben carecer de bandera, segmentación política, ideología y cualquier otro sesgo que se pretenda colocarles, deben ser ventanas de reflexión para todo ser humano y finalmente alimentar la libertad en nuestros pensamientos.

 

¿Puede existir un país sin cultura o alejado de otras realidades?

 

Es muy difícil, hay muchos ejemplos, desde los Talibanes en Afganistán, pasando por Corea del Norte y llegando a los más simples como el silencio ante un reconocimiento internacional.

 

Rafael Cadenas es un venezolano que debe ser tomado como ejemplo en el ámbito literario y debe ser referencia para las próximas generaciones.

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