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sábado, 1 de mayo de 2021

Jose Gregorio Hernandez, el médico de todos los venezolanos.

Cuadro elaborado en cerámica del Dr. José Gregorio Hernández

El pasado 30 de abril del 2021, la iglesia católica ha reconocido al Dr. Jose Gregorio Hernandez como Beato, ha sido un largo camino desde su trágico fallecimiento a principios del siglo pasado arrollado por uno de los dos únicos carros que circulaban en la ciudad de Caracas, Venezuela. Jose Gregorio Hernandez desde el momento de su fallecimiento ha sido venerado por nuestro pueblo, ha sido aclamado como el médico de los pobres por sus obras en vida, incluso, el día de su trágico accidente estaba caminando para llevarle medicinas a un enfermo, dejo aquí un resumen de su vida:

 

José Gregorio Hernández Cisneros, OFS (Isnotú, 26 de octubre de 1864-Caracas, 29 de junio de 1919), fue un médico, científico, profesor, filántropo de vocación católica, y franciscano seglar venezolano,​ declarado beato por la Iglesia católica. Es venerado por hispanohablantes en todo el mundo, incluso antes de su canonización, la cual está en marcha.

 

En 1949, la Iglesia católica comenzó el proceso de canonización para declararlo santo.​ En 1986, el papa Juan Pablo II reconoció sus virtudes heroicas y lo declaró «venerable».​ El proceso se renovó el 18 de enero de 2021, luego de un milagro atribuido por la Iglesia católica a Hernández en San Fernando de Apure, en el que una niña se habría recuperado de una herida de bala gracias a su intercesión. El papa Francisco autorizó la misa de beatificación de José Gregorio Hernández, realizada el 30 de abril de 2021, siendo asignada su celebración litúrgica, el día 26 de octubre.

 

Infancia

 

José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, una localidad que por aquel entonces era capital del Municipio Libertad del Distrito Betijoque del Estado Trujillo en Venezuela. Fue el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla. En mayo de 1863, nació María Isolina, quien falleció a los 7 meses, seguida de José Gregorio; luego, nació María Isolina del Carmen, en mayo de 1866. En septiembre de 1867, nació María Sofía, seguida por César Benigno, en agosto de 1869. El último varón, José Benjamín Benigno, nació en septiembre de 1870. Por último, Josefa Antonia nació en agosto de 1872.

Por línea materna, descendía del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (más conocido como Cardenal Cisneros), quien fuera confesor de Isabel la Católica, fundador de la Universidad de Alcalá; y por vía paterna, a través de la rama de un tío bisabuelo, se emparentaba con el Santo Hermano Miguel (Francisco Luis Florencio Febres-Cordero Muñoz), educador y escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, y correspondiente de la Real Academia Española.

Durante su infancia vivió en su pueblo natal, su madre se dedicaba a labores del hogar y su padre era dueño de un almacén de mercancías secas, víveres y farmacia. Recibió el sacramento del Bautismo el 30 de enero de 1865 en el antiguo Templo Colonial de Escuque (Iglesia Parroquial del Niño Jesús de Escuque), siendo sus padrinos Tomás Lobo y Perpetua Enríquez. El sacramento de la Confirmación se efectuó el 6 de diciembre de 1867, en la iglesia de San Juan Bautista de Betijoque, por el señor Juan Bonet, Obispo de Mérida.​

Su madre falleció en 1872, cuando él tenía ocho años. Su primer maestro, Pedro Celestino Sánchez quien representaba una escuela privada en Isnotú, le señaló a su padre que lo enviara a la capital del país.

A los trece años de edad, José Gregorio manifestó a su padre su deseo de estudiar la carrera de derecho, sin embargo, su padre le convenció para que estudiara medicina. A partir de ese momento, tomó la medicina como su propia vocación. En 1878, cuando contaba con trece años y medio, bajó de la sierra trujillana hasta Caracas, siguiendo una travesía: Isnotú, Betijoque, Sabana de Mendoza, Santa Apolonia y La Ceiba en mula; por el lago hasta Maracaibo, y después por mar a Curazao, Puerto Cabello y La Guaira, y por tren, desde este puerto, a la ciudad capital.

 

Estudios en Caracas

 

Al llegar a la capital de los Venezuela, inició sus estudios en el Colegio Villegas, dirigido a la sazón por el doctor Guillermo Tell Villegas. Durante su estancia en el colegio, el joven José Gregorio entabló amistad con el director y su esposa Pepita Perozo de Villegas. Según el doctor Villegas, «José Gregorio era poco dado a jugar con sus compañeros y prefería pasar el tiempo libre en compañía de libros».​ Durante sus años en el Colegio Villegas, José Gregorio obtuvo buenas notas. Llegó a fungir como profesor de aritmética para los alumnos del primer curso. Entre 1878 y 1882 José Gregorio cursó preparatoria y filosofía, graduándose de Bachiller en Filosofía en ese último año.​

A la edad de 17 años ingresa a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para iniciar sus estudios de medicina. Según las certificaciones de los estudios universitarios de José Gregorio Hernández (en las que se evaluaban estos aspectos: aplicación, aprovechamiento, buena conducta y asistencia), en gran parte de las materias de los seis años de estudio logró la calificación de sobresaliente; fue el estudiante más destacado en la carrera de medicina en la UCV, siguiendo el mismo desempeño mostrado desde su niñez.

Paralelamente a sus estudios de medicina daba clases particulares para ayudarse a sí mismo y a sus colegas. Aprendió de un amigo sastre a confeccionar ropa masculina y sus propios trajes. Estaba convencido de que: «En el hombre el deber ser es la razón del derecho, de manera que el hombre tiene deberes, antes que tener derechos».

Al graduarse con el título de Doctor en Medicina, el 29 de junio de 1888, hablaba inglés, francés, portugués, alemán e italiano y dominaba el latín y hebreo, era filósofo, músico y teólogo.[cita requerida] Se traslada a ejercer la medicina en su pueblo natal,​ instalando un consultorio provisional, con el cual extiende su carrera como médico.

Regreso a los Andes

En 1888, el rector de la UCV, Dominici, ofreció ayudarlo económicamente para establecer un consultorio en Caracas, gesto que José Gregorio agradeció con estas palabras: « – ¡Cómo le agradezco su gesto, Dr. Dominici! Pero debe decirle que mi puesto no está aquí. Debo marcharme a mi pueblo. En Isnotú no hay médicos y mi puesto está allí, allí donde un día mi propia madre me pidió que volviera para que aliviara los dolores de las gentes humildes de nuestra tierra. Ahora que soy médico, me doy cuenta que mi puesto está allí entre los míos…».

José Gregorio parte para Isnotú en agosto de 1888; desde Betijoque el 18 de septiembre de 1888, le escribe a su amigo Santos Dominici en Caracas: «…Mis enfermos todos se me han puestos buenos, aunque es tan difícil curar a la gente de aquí, porque hay que luchar con las preocupaciones … que tienen arraigadas: creen … en los remedios que se hacen diciendo palabras misteriosas: en suma;… La clínica es muy pobre: todo el mundo padece de disentería y de asma, quedando uno que otro enfermo con tuberculosis o reumatismo…La botica es pésima...»

Hernández se radicó en Isnotú hasta el 30 de julio de 1889, luego de ejercer consecutivamente entre los tres estados andinos venezolanos (Trujillo, Mérida y Táchira), recorriendo las poblaciones con el fin de establecer un centro para el ejercicio permanente de su profesión. Regresaba de San Cristóbal y Mérida para consultar sus propósitos con su padre, y se encontró con una carta de su maestro, Calisto González, donde decía que lo había recomendado al presidente de la República Juan Pablo Rojas Paúl para que fuera a París a estudiar ciertas materias experimentales y así contribuir a la modernización de la medicina venezolana, porque creía que reunía las condiciones para tal misión, y que debía trasladarse a Caracas y dispuesto a seguir viaje a Europa.

 

Estudios en Europa

 

En noviembre de 1889, José Gregorio Hernández ya se encontraba cursando estudios en los laboratorios de Charles Robert Richet, profesor de Fisiología Experimental en la Escuela de Medicina de París y quien a su vez había sido colaborador de Étienne Jules Marey y discípulo de Claude Bernard, reconocido de la medicina experimental en Francia.​ En el laboratorio de Mathias Duval estudia las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología, Embriología y Fisiología Experimental, entre otras.

También participó en su formación Isidor Strauss, que había sido discípulo de Émile Roux y Charles Chamberland quienes lo fueron a la vez de Louis Pasteur, todos ellos precursores de la Bacteriología. Posteriormente se traslada a Berlín para estudiar Histología y Anatomía patológica, a su vez que inicia un nuevo curso de Bacteriología.

Culminados sus estudios, Hernández regresa a Venezuela a fin de ingresar como profesor en la Universidad Central de Venezuela en Caracas; además, aprovecha para traer de Europa equipos médicos al Hospital Vargas, por instrucciones del gobierno venezolano. A él se debe la introducción del microscopio en Venezuela.

 

Carrera profesional

 

En 1891, Hernández regresa de Europa y, en el mes de noviembre de ese año, comienza su actividad como docente en las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología, de la Universidad Central de Venezuela (UCV), convirtiéndose en el fundador de ambas. Además, al concluir sus estudios de postgrado en París y Berlín, le fue delegada la responsabilidad de adquirir, con recursos del estado venezolano, los materiales necesarios para instalar el Laboratorio de Fisiología Experimental de Caracas, así como la adquisición de la bibliografía que fuera necesaria para la apertura de las cátedras mencionadas en la UCV.

Por otra parte, a Hernández se debe la introducción del microscopio en Venezuela, del que además enseñó su uso y manejo. También introdujo otros instrumentos científicos que trajo de Francia, como atestigua su compañero, el doctor Augusto Pi Suñer.

 

Hernández, ingresando en Caracas, años 10s.

 

El 14 de septiembre de 1909 es nombrado profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, la cual funcionó anexa al Laboratorio del Hospital Vargas, y de la cual se encargó hasta la creación de la cátedra de Anatomía Patológica de la Universidad Central, con asiento en el Instituto Anatómico, y que fue regentada por el doctor Felipe Guevara Rojas, en 1911.

Por otra parte, fue el fundador de la cátedra de Bacteriología, la primera de esta disciplina en América, y la primera persona en Venezuela en publicar un trabajo de dicha disciplina (Elementos de Bacteriología, 1906). También escribió sobre la angina de pecho de naturaleza paludosa junto a Nicanor Guardia, y en 1893 publicó en varios números de la Gaceta Médica.

Además de 11 trabajos publicados y dos que quedaron inéditos en el campo científico, escribió cinco obras literarias. Una de ellas, La verdadera enfermedad de Santa Teresa de Jesús escrita en 1907, quedó inconclusa; las demás, El Sr. Nicanor Guardia (1893), Visión de arte (1912), En un vagón (1912) y Los maitines (1912), fueron publicadas en el Cojo Ilustrado .

Es considerado el impulsor y pionero de la docencia científica y pedagógica en Venezuela, basada en lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio. También coloreó y cultivó microbios e hizo conocer la teoría celular de Virchow. Por otra parte, es destacada su faceta como fisiólogo y biólogo, conociendo a fondo la física, la química y las matemáticas, ciencias básicas y trípode fundamental sobre la que reposa toda la dinámica animal.

Su labor docente fue interrumpida en dos ocasiones. La primera, cuando decide hacerse religioso y entrar en el monasterio de la orden de San Bruno en la Cartuja de Farneta, a la cual llegó el 16 de julio de 1908, y de la que regresó el 21 de abril de 1909, reincorporándose en mayo de ese mismo año a sus actividades académicas en la Universidad.

La segunda vez que interrumpió sus actividades docentes fue a partir del 1 de octubre de 1912, cuando el gobierno dictatorial del general Juan Vicente Gómez decretó el cierre de la Universidad, ya que esta se había situado en contra de su régimen. Sin embargo, restablece su actividad docente en enero de 1916, tras la fundación de la Escuela de Medicina Oficial, que funcionó en el Instituto Anatómico.

Hubo otra corta interrupción, pero esta vez sin apartarse del ámbito académico, ya que en 1917 viaja a las ciudades de Nueva York y Madrid para realizar estudios, quedando provisionalmente a cargo de sus cátedras el doctor Domingo Luciani. Reinicia su actividad docente el 30 de enero de 1918, hasta su muerte.

Durante la pandemia de gripe de 1918 en Venezuela, José Gregorio Hernández visita a los enfermos en Caracas.

 

Fallecimiento

 

El 29 de junio de 1919 en horas de la tarde, José Gregorio Hernández salió a la esquina de Cardones a atender a una enferma, pero no pudo llegar porque fue atropellado por Fernando Bustamante (un joven mecánico de 28 años de edad, dueño de un Essex) en la esquina de Amadores, La Pastora, Caracas, Venezuela.

El Doctor Hernández cayó golpeándose la cabeza contra el filo de la acera, lo que ocasionó una fractura en el cráneo. De inmediato Bustamante lo recogió y lo llevó al Hospital Vargas. En ese momento, que llegaron al centro de salud, no se encontraba ningún médico, entonces fue a buscar a Luis Razetti. Cuando llegaron al hospital, encontraron al sacerdote capellán Tomás García Pompa quien le informó que Hernández había fallecido, a sus 54 años de edad. Razetti firmó el acta de defunción, dicha acta apuntaba que además de la fractura de la base del cráneo certificada, tenía una ligera herida en la sien derecha, y un morado en la misma sien.

Así mismo, las señales del golpe contra el poste de hierro era el brote de sangre por la nariz y la boca, más arriba de las rodillas tenía un franja morada en ambas piernas​. Una vez examinado y amortajado el cuerpo, fue trasladado a la casa de sus hermanos Cesar Benigno y Sofía Hernández, que poseía el número 57, ubicada en la Avenida Norte, entre Tienda Honda y Puente de la Trinidad.

Cabe resaltar que, una de las actuales beatas de Venezuela, Candelaria de San José, oriunda de Altagracia de Orituco, estado Guárico, estaba hospitalizada en el Hospital Vargas tras salir de una operación, aunque se encontraba recuperada. La monja se dio cuenta de la noticia del arrollamiento de José Gregorio Hernández. El presbítero García Pompa le impuso los santos óleos a Hernández en el lugar donde se había sido internado y Madre Candelaria se encontraba allí orando por salud del doctor.

A las 10:00 a. m. del día 30 de junio de 1919, en medio de una multitud, se inició el traslado del féretro de José Gregorio Hernández Cisneros al Paraninfo Universitario de la UCV encima de los hombros de sus estudiantes y discípulos, luego fue llevado y enterrado en el Cementerio General del Sur.

El 23 de octubre de 1975, luego de un incendio provocado por las llamas de las velas sobre su tumba, y también debido al inicio del proceso de beatificación, y por solicitud del Vaticano, se realizó la exhumación de sus restos mortales para luego ser trasladados hasta el baptisterio de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria ubicada en el centro de la ciudad de Caracas, sitio donde reposan actualmente. En 2020, la Arquidiócesis de Caracas anunció que el cadáver sería trasladado a una ala especial de dicho templo, ante la aprobación de la Santa Sede de su beatificación.

 

Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria

 

Esta iglesia fue fundada por canarios en honor a su patrona, la Virgen de Candelaria. Precisamente por los lazos históricos que existen entre las Islas Canarias y Venezuela, en este archipiélago existe una popular veneración por José Gregorio Hernández, devoción que se ve acrecentada por la gran colonia venezolana residente allí. Conviene recordar que el propio doctor Hernández era de origen canario por parte de madre.

 

Vida privada

Personalidad y legado

 

Era conocido como un profesor culto (hablaba español, francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico y filósofo[cita requerida]) y exigente, y se caracterizaba por la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes profesorales. Formó una escuela de investigadores, quienes desempeñaron un papel en la medicina venezolana. Discípulos de Hernández fueron, entre otros, el doctor Jesús Rafael Risquez, quien fue su sucesor en la cátedra de Bacteriología y Parasitología, y Rafael Rangel, considerado como el fundador de la parasitología nacional.

En cuanto a sus creencias, era católico, condición que nunca entró en conflicto con su labor científica, como apunta el doctor Juan José Puigbó: «Su faceta religiosa con todo lo encomiable que sea considerada en el plano místico, no debe opacar el inmenso aporte que realizó a la ciencia médica venezolana».

Referencia: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Gregorio_Hern%C3%A1ndez 

 

De todo lo anterior debemos tomar su modelo como ciudadano, médico, profesional, cristiano y hombre, Jose Gregorio Hernandez debe ser un modelo a seguir por nosotros los venezolanos, en esta época plagada por la crisis de valores y llena de pesadumbre, Jose Gregorio debe ser la luz que nos guíe a la salida de los graves problemas que nos aquejan como sociedad. A Jose Gregorio debemos pedirle que vele por todos nosotros, por la salud física y espiritual de los venezolanos, que nos proteja de esta terrible pandemia y que sane nuestros males.

 

Venezuela necesita ser sanada y ese milagro debe comenzar en el interior de todos nosotros.



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